Siempre he preferido arrepentirme
de los errores, que de lo que no hice. Aquello que dejas sin hacer a veces lo
olvidas, a veces te persigue durante meses. Y creo que en esta ocasión estará conmigo
un tiempo.
Hay lutos como personas, como
colores, como momentos, como edades, como cercanías, como lejanías… hay un
sinfín de lutos. Los hay más largos, o los hay más
cortos. Los hay más sentidos, los hay más débiles. Los hay que ya te lo
esperabas, los hay repentinos. Los hay que alivian, los hay que te rompen en
pedazos. Los hay con despedida, los hay con silencios.
Hoy voy a darle algo de espacio a
ese luto que pensando que no llegaría, creyendo que tendrás una oportunidad lejana
de despedirte… aplazas la despedida. Pero cometes un error porque esa despedida
no llega. Y entonces te arrepientes.
Habrá días agridulces que
recuerdes los buenos momentos. Habrá días que se te olvide por un segundo, vayas
a levantar el teléfono y te des cuenta que ya no puedes. Habrá días que estés
mejor. Habrá días que estés peor. Pero si algo no cambia hasta ya pasado un
largo tiempo es el arrepentimiento.
Te dices y repites que debiste
hacer lo contrario, como si eso fuera a cambiar la realidad. Pero no puedes
evitarlo. Quieres, pero no puedes. Quieres cambiar el pasado, pero el pasado es
simplemente pasado.
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