15 de mayo de 2020

Recuerdos


Dicen que escribir aclara las ideas, que plasmar todo sobre un hoja ayuda a organizar pensamientos y sentimientos. Era un caos, soy un caos y seré un caos. Viviendo los últimos meses en el calor de la soledad, ahora no sé qué hacer o qué sentir. Mis habilidades desaparecieron, estoy volviendo a aprender a andar… con las caídas incluidas.

Esta semana tengo una tarea, al principio parecía fácil hasta que me encontré de bruces con un papel lleno de tachones y frases sin acabar. Debo elegir desde que recuerdo los 10 mejores momentos y los 10 peores. No logro bajar de 15 por lista, borro y tacho todo lo que escribo… nada me convence. 

¿Hace cuánto tiempo no estoy segura de algo? Demasiados meses diría yo. Demasiadas caídas e incertidumbres, tantas que me convertí en un puzle aun sin acabar. Mejor lejos de mi pienso, no quiero dar quebraderos de cabeza a nadie… mejor solo pienso.

Sigo pensando cómo acabar la lista. Tengo tiempo, pero sé que hasta que no la termine mi cerebro no podrá pasar a la siguiente tarea, la cual no he decidido todavía. Soy tan intensa que seguramente pocas personas logren quedarse sin perder la paciencia. Bipolar me digo a veces, demasiado emocional día si y día también, experta en pensar, pero no disfrutar.

Mi caos es mucho más intenso ahora que hace meses cuando vivía en una burbuja, que tranquilidad había en mi burbuja… tanta que no se si volveré a ella en busca de un poco de paz y lejos de tantos contradictorios sentimientos.

10 de mayo de 2020

Abismos


Todos los días me digo a mi misma que estar en una burbuja en mi zona de confort no es la solución que como dice esa gran canción que por suerte entro a mi vida “la vida es bonita, aunque duela”. Pero el miedo al dolor puede convertirnos en las personas más cobardes de este mundo, me está convirtiendo en la persona más cobarde que conozco.

¿Dónde quedo esa chica extrovertida que confiaba en la gente sin miedo a nada? ¿Qué resurgía de sus cenizas una y otra vez? ¿Dónde quedaron mi llama, mis cenizas? Vivo el día a día avanzando y retrocediendo, saliendo y volviendo a mi lugar seguro: a mi soledad.

Mejor sola que mal acompañada me digo. ¿Pero de verdad quiero estar sola? Una parte de mi quiere tirarse por todos esos puentes que están apareciendo en el camino, pero al final me quedo mirando al vacío, retrocedo unos pasos y sigo por el camino seguro.

Nunca segura, siempre dudando si debí tirarme, si debí confiar en que no pasaría nada por probar un poco de esa adrenalina. Pero no me tiro. Solo me asomo, cada día un poco más pero nunca lo suficiente. ¿Cuánto tiempo necesito para saltar sin pensar por esos puentes? ¿Tanto miedo a la caída tengo que me quedo bloqueada sin saber qué hacer? ¿Dejando que esos pensamientos me consuman?

Cada día es un nuevo dilema, cada día es una sorpresa nueva con tanto contradictorio sentimiento que al final vivir no me deja. Supongo que me seguiré asomando a esos abismos hasta que un día tengo la fuerza de no pensar y lanzarme, si es que esos abismos siguen ahí.
Espero llegar a tiempo.