Vivimos por y para la apariencia externa. Compramos, escuchamos
pintamos o escribimos para compartir. Yo la primera, pero cada día más cansada.
Vivimos por y para fingir alegría que ni sentimos. ¿Y si no quiero estar hoy
contenta?
¿Desde cuándo estar triste más de un día ya implica que
debes animarte? ¿Desde cuándo nos hemos hecho expertos en opinar sobre la vida
y los sentimientos de los demás? ¿Quién soy yo para valorar tus sentimientos?
¿Quién eres tú para valorar los míos?
Preguntar a alguien ¿Qué
tal estás? es lo más sencillo, quedarte a escuchar la respuesta no lo es
tanto. Implica tiempo, paciencia, empatía… cosas que muchos decimos tener, pero
no siempre existen.
Más y más sentimientos de plástico, de usar y tirar. Mas
sonrisas pintadas con la rapidez que nos caracteriza a esta sociedad. Más
preguntas copiadas y pegadas, a golpe de dedo. Frases sacadas de Google. Fotos
sacadas de Google. Interés sacado de Google. Un interés interesado, que se
guarda como todo lo que compramos y no usamos. Interés que ya no está, como
todo aquello que hemos destruido gracias a esta vida consumista.
Interés de dos veces al año con los fuegos artificiales y
con las luces de Navidad, de un día al año porque Facebook te lo ha recordado
que me hice más viejo, de un comentario una tarde en esa foto que te pareció
bonita, de un dibujo que te recuerda a alguien… y hasta el año siguiente.
Pasan los meses y te das cuenta de la de veces que has caído
en ese juego de Internet, de errores que por vergüenza años después no sabes cómo
arreglar. De frases que nunca se cumplen, que nunca llegué a cumplir, que nunca
llegaste a cumplir, que nunca llegamos a cumplir. De mensajes que no llegan si
no los envías tú primero, de llamadas que marcas tú primero, de pasos que te
cansas de dar tu primero.
Bloqueas la pantalla, las fotos, los comentarios, los
mensajes no están. Solo hay sentimientos revoloteando recordándote que cuando
apagas el móvil solo estas tú. Que casi nunca hay interés verdadero, que las lágrimas
las seca tu almohada cada noche y que cada mañana el espejo te recuerda que te
sientes sola.
No hay comentarios:
Publicar un comentario