1 de agosto de 2015

Más de un mes sin escribir, que raro en mi. Un mes lleno de cambios, caídas, sorpresas, miedos e ilusiones. Recién llegada de mi campamento en Portugal, en el cual estuve aislada de todo y todos durante 20 días, queriéndome ir de nuevo y dejar todo tras de mi, me doy cuenta de demasiadas cosas. Estaréis acostumbrados a los tópicos de que nunca queremos volver a casa cuando estamos de campamento, pero si lo decimos será por algo. Suelo necesitar los campamentos cada año, pero esta vez más que ninguna. Esa sensación de querer huir de todo y no pensar en nada más que en los scouts durante más de 15 días era algo que mi cuerpo me pedía. Fueron días de aprender, de ver mis limites y mis posibilidades, de sentirme de nuevo a gusto en un grupo, de cariños, risas, lloros, despedidas...y de poner en orden sentimientos, pensamientos y prioridades. Vivimos a mil por hora y no nos paramos a mirar lo que nos rodea por un segundo, casi seguro sea esa la causa de la mayoría de nuestros problemas. Probablemente esa era la causa de mis problemas. Probablemente esa sera la causa de mis futuros problemas. Por suerte siempre hay una acampada o salida que me devuelve al camino del cual me salí sin darme cuenta, y logra que recargue las pilas con las cosas en general más claras.

Me vi capaz de cosas que realmente nunca llegue a tener en mente, me esperan retos a superar que quiero que lleguen ya. Probablemente deje mucha gente en el camino, pero si de algo me estoy dando cuenta es de que cuando menos te lo esperas conoces a gente maravillosa que sabes seguirán en tu camino a pesar de todo.

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