4 de diciembre de 2014

A veces los vicios dicen más que las virtudes



Continuamente veo el tema de la autoestima en clase, reconozco que no es un tema del que me guste hablar, es más prefiero evitarlo porque días como hoy me puede tocar la fibra sensible y no me gusta mostrar ese lado mio fuera de la seguridad que me dan aquellos que me conocen.

Pero entre toda esa maraña de sentimientos que me ha podido invadir en esas horas de clase, alguna no fue tan negativa como suele darse siempre que hablo de autoestima. Más bien de sorpresa o autoconvencimiento.

Muchas veces lo que yo creo un defecto, para otros puede ser una virtud. Y lo que sea lo mires por donde lo mires un defecto, aquel que quiera estar a tu lado debe aceptarlo y no ponerlo como excusa ante cualquier imprevisto. Porque si lo pensamos bien, ¿Qué gracia tendría ser todos perfectos? ¿No es mejor que cada uno tenga sus cosas buenas y malas para así poder complementarte con el resto del mundo?

Siempre intentando cambiar mis defectos por personas ajenas a mi. Cuando no lo hacía se me intentaba cambiar,  pocas veces lo hacía en pleno convencimiento de que era lo que yo quería, y de hacerlo se me tachaba de egoísta cuando probablemente el egoísmo no emanara de mi sino de aquellos que decían esas palabras.

Y sinceramente, a la hora de la verdad a la única persona que debemos pedir explicaciones es a nosotros mismos porque somos los únicos que no debemos abandonarnos y dejarnos a la merced de todos aquellos que solo quieren pisarnos y pasar por encima. Así que a todo aquel que mis defectos no le gusten, hay muchos caminos en esta vida como para tener que entorpecer el mio.

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